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FELICIDADES, HEMOS SOBREVIVIDO

La Provincia

FELICIDADES, HEMOS SOBREVIVIDO

Si usted está leyendo este artículo en una bendita y mediocre mañana del martes – en la gris pantalla del ordenador de su oficina, en el periódico de la barra de un bareto, en el tranvía mientras bosteza una y otra vez como solo un columnista se merece –debería celebrarlo. En realidad deberíamos celebrarlo todos. Porque estamos a punto de sobrevivir al primer día del segundo mandato presidencial de Donald Trump. Es un gran logro, como seguramente atestiguarán los próximos cuatro años. O los próximos ocho. O doce. Porque de la misma manera que el trumpismo no pereció en la derrota de 2016 no lo hará en la victoria de 2024. El trumpismo no es una marca electoral pese a todos los oportunismos que caracterizan a su fundador. Es un movimiento político plural y variopinto con voluntad de régimen. En los últimos cuarenta años la república estadounidense comenzó a separarse de su espíritu democrático: un conjunto de transformaciones económicas, tensiones culturales y decisiones políticas y judiciales han desembocado en la entronización de Trump con ambas cámaras del Congreso a su servicio. El multimillonario ha ganado de nuevo y ese es el único hecho que reconocen como tal partidarios y adversarios, demócratas y republicanos, ricos y pobres. Cuando un individuo que intenta dar un golpe de Estado porque ha perdido las elecciones -- un golpe de Estado violento allanando el mismo Capitolio donde ayer tomó posesión del cargo – puede regresar a la jefatura del Estado es que el sistema constitucional está en bancarrota. Eso es lo que ocurre exactamente en Estados Unidos. El sistema político necesitaba una amplia reforma estructural para una democracia mayor, más participativa y más garantista. Ocurrió lo contrario: se aceleraron reformas a favor del status quo o se paralizaron los cambios. Como ejemplo de lo primero, la democracia estadounidense sufrió un durísimo golpe cuando el Supremo dictaminó que era inconstitucional poner límites a la financiación de las campañas electorales. Como ejemplo de lo segundo un temor reverencial de los supuestos progresistas ha conseguido que una reliquia dieciochesca como el colegio electoral continúe funcionando actualmente. En realidad la inmensa mayoría de los cambios, desde la presidencia de Ronald Reagan, han sido de naturaleza regresiva, y sus efectos prácticos no han reforzado los procedimientos democráticos, sino que los han debilitado, y como referencia valga la práctica del por PADYLLA gerrymandering, la redistribución de los distritos electorales, que en un 75% benefician a los republicanos. Distritos electorales delimitados a medida para que la mayoría imperante tradicionalmente – mayoritariamente de derechas – lo siga siendo per secula seculorum. Los dirigentes demócratas tienen una enorme responsabilidad en esta catástrofe política. Es el precio que debe pagarse si uno quiere ser parte del establishment y pasar las vacaciones en una pequeña mansión en la isla de Martha’s Vineyard. El gobierno de Trump no se parecerá a ningún gabinete anterior. Es otra mutación inminente: la del modelo de dirección políti Javier Durán. ca y, más adelante, la redefinición de la administración federal del futuro. Los secretarios de Estado no gestionarán: darán órdenes a un cuerpo de funcionarios debidamente purgado e intentarán despejar cualquier política que intervenga en la libérrima dinámica empresarial. No, no es tan difícil satisfacer a la vez a una tecnocracia de multimillonarios y mantener emociones y furias de las clases medias y medias bajas con juegos del hambre: deportaciones masivas de inmigrantes, matonismo policial, despojar de cualquier derecho que les reste a los detenidos y presos, invasiones y usurpaciones territoriales. Un presidente y un gobierno contra el Estado democrático. Ahora mismo tienen todas las de ganar, y no solo las elecciones. Esperemos sobrevivir mañana. ■ Vanessa Merino. José Uría 928 479 400. Fax: 928 479 401. Apto. de Correos, 180. laprovincia@epi.es 928 479 412 / 400. Fax: 928 479 413 publicidad.laprovincia@epi.es 928 479 496 suscriptor@laprovincia.es León y Castillo, 39. Las Palmas de Gran Canaria. 928 47 94 00. Seguir leyendo

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